En el camino
Dolor. Voces lejanas. Todo se mueve. Golpe. (Pierdo la
consciencia). Dolor. Intenso. Bamboleo. Ruedo para un lado. Ruedo para el otro.
Golpe. Más dolor. Voces. Se van formando las palabras. «Doblá acá». Otro
bamboleo fuerte. Ruedo. Estoy en el piso de una camioneta. Tengo una venda en
los ojos pero se corrió un poco y algo llego a ver. Dolor. Dolor intenso. Me
duele la cabeza.
—Doblá acá. —como una aguja que se me clava en el
cráneo.
Dolor intenso. Y mis manos. Me duelen. Atadas. Duelen
y a la vez no las siento. Hormigueo.
—Acá no hay que doblar todavía. —otra voz, otro
disparo de dolor, como una resaca intensa—. ¿Para qué tenés el GPS del celular?
Me cuesta entender qué pasa. Estoy en el piso del
interior de una camioneta tipo Trafic. Las líneas del piso se me clavan en la
espalda y cada vez que dobla, ruedo y me doy contra las paredes. Frente a mí
están los dos asientos. Conductor y acompañante, navegante. Me pierdo parte del
diálogo porque estoy aturdido.
—A ver: tenés GPS y no sabés ni dónde estamos. Yo
conozco el camino. No hay que doblar acá —sonó determinante. Sin conocerlos,
puedo darme cuenta de que la cosa viene así hace rato.
—¿Qué dijiste? —como respuesta a algo que tampoco
escuché. Mi consciencia va y viene.
El conductor, cada vez más alterado:
—¿Cómo que querés parar para mear? ¡Tenemos que
entregarlo a este sin escala!
Hablan más fuerte y me matan con cada frase.
—Loco… no aguanto más. Y el Tano no va a decir nada
por cinco minutos más o menos.
—No vamos a parar y se acabó.
—¿Pero qué hacés, pelotudo? —apenas veo que el otro lo
está apuntando— ¿Te volviste loco?
—Te dije que vamos a parar y vamos a parar.
—Pará un poquito, che, bajá eso.
—Yo sé que vos te encamaste con la Pochi. Con mi
Pochi.
Llego a ver algo a través de la venda. Discuten. Todo
se vuelve un gran borrón. Me despierta un disparo. Otro. Mis oídos zumban.
El petiso, el que no manejaba, me saca la venda. Hace
un gesto con el índice en sus labios, pidiéndome silencio. Comienza a llamar
por un celular.
—‘Cuchame, Tanito. Acá el pibe se nos escapó. (…) Sí,
no sé cómo le hizo, pero agarró el fierro del Largo. (…) Sí, no sabés. No sabés
cómo lo dejó (casi se le escapa una risa, otra pausa). Mirá, Tano, yo voy a ver
si lo puedo agarrar, pero lo que pasa es que el Largo se descuidó mientras (…)
Sí, Tanito. No te hagas drama, Tanito, está todo bien.
—Arriba, campeón. Ahora, vos te vas a ir, ¿sí? Te vas
a ir y vas a salir corriendo, ¿sí, papi?
Yo no entiendo nada. Tampoco tengo la capacidad
anímica de responder. No sé si me va a tirar por la espalda. No sé nada ya. Me
abre la puerta lateral de la camioneta y me ayuda a bajar. Comienzo a caminar.
No me dispara. Sigo. Me alejo.
Esta es la tercera versión del segundo trabajo práctico que hice para Taller de Escritura 2. Reescritura. 511 palabras.
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Esta es la tercera versión del segundo trabajo práctico que hice para Taller de Escritura 2. Reescritura. 511 palabras.
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