23.7.18

Tradiciones que vuelven, v2

La Michetto, como le dicen los alumnos, ingresa al aula. Cuando lo hace, se produce un silencio sepulcral. El aula del privado es pulcra aunque sus paredes tienen un toque de color por afiches de trabajos prácticos pasados de otras materias. Algunos bancos también tienen garabatos grabados con puntas de compás o de cúter. Otros dibujados con liquid paper. Este tipo de vandalismo jamás sucede durante su hora. Graziana, la alumna estrella, otros dirían chupamedias, incluso cómplice, cierra la puerta. Una vez cerrada, nadie puede ver qué sucede en ese salón del cuarto piso. En ese momento, si alguien había infringido alguna de las muchísimas reglas de La Michetto, le tocará su castigo. Lucas había tenido la mala suerte de tener la voz más sonora y de hablar justo antes de percatarse de la llegada de la docente. Lo llama. Delante de la clase, con mucho ritual y espectáculo, le propina tres golpes secos con una regla de madera. Se los ubica al costado de una pierna. Si dejan marcas, a Lucas más le vale decir que se golpeó jugando a la pelota. Entre los niños circula una leyenda que cuenta de una chica que osó hablar con otros adultos. Nadie le creyó. Dicen que no la vieron más. Los chicos cuentan que la Michetto la tiene encerrada en el sótano de su casa o que la mandó a una escuela de monjas, muy lejos. La realidad es mucho, mucho peor.

Cuando termina la hora, el alumnado sale de la clase en orden. Otra docente pasa a saludar y observa a su colega. Estiman la edad de la Señorita Michetto en unos cincuenta años, pero se ve tanto más joven, tan llena de vida. Su figura es perfecta. Su rostro parece de porcelana. Cuando habla, de vez en cuando se le escapa algún término muy docto, podemos decir arcaísmo. Habla con tiempos compuestos, enfatizando la diferencia entre la v corta y la b larga y la diferencia entre la elle y la ye. Su ortografía es perfecta, salvo cuando se descuida y tilda algún fue, fui, vio o dio. Sus colegas la envidian y admiran en medidas similares. ¡Cómo le hacen caso sus alumnos! ¡Qué buenas notas suelen tener en historia! Cuando la observan dando clase se maravillan con su erudición en materia de historia, la materia principal que da. Cuando relata ciertos eventos, por ejemplo la epidemia de fiebre amarilla en la ciudad de Buenos Aires, se podría decir que los vivió. Pero no le quedaron secuelas.

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Esta es una reescritura del primer trabajo para Taller de Narrativa 1 de Licenciatura en Artes de la Escritura que publiqué aquí hace unos meses.

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